En la mencionada figura se presentan cinco (5) materiales con porosidad similar. En el caso de la roca vacuolar (en la cual cada poro es independiente de otro), si ésta contiene algún fluido, dicho fluido debe haberse formado al mismo tiempo que la roca. Para el caso de suelos granulares, los poros están interconectados, y por ende se deduce que se formaron al mismo tiempo que la fase sólida. La roca fracturada, por su parte, puede mostrar fracturas interconectadas entre sí, o bien poros que no están conectados, dado que se formaron posteriormente a la roca. Finalmente, las arcillas francas no poseen poros propiamente dichos, aun cuando se porosidad se mide por la cantidad de agua que absorbe por unidad de volumen. En este caso, el agua, mediante un proceso físico-químico y por ser un dieléctrico, se abre espacio para penetrar entre los cristales laminados de arcilla, razón por la cual toda arcilla es expansiva ante la presencia de agua.
De acuerdo a lo anterior, es evidente la existencia de varios tipos de porosidad, siendo la más importante para la interacción terreno-agua aquella relacionada con la circulación de agua entre el material, es decir, la llamada porosidad efectiva.